jueves, 11 de noviembre de 2010

Médicos y dilemas morales

Por Adriana Bruno- Imperdibles capítulos de Dr. House y Grey's Anatomy esta semana (los repiten el fin de semana, estén atentos).

En Grey's... -por Sony- el tema de esta temporada son las secuelas que les quedaron a los protagonistas, cirujanos y residentes del hospital, después de que un hombre entró a los tiros y disparó sobre varios de los médicos. Algunos murieron y otros estuvieron gravísimos, como el brillante neurocirujano (y galán) Dr. Shepperd (Patrick Dempsey). Sumado a esto, la crisis económica. El hospital necesita dinero y para conseguirlo es imperioso que tenga una gran afluencia de pacientes. En el capítulo pasado, el director accede a que se filme un documental sobre el trabajo de los médicos y sus reflexiones después del trauma que significó aquel tiroteo.

Esto dio pie a un cambio de registro, donde la serie devino una suerte de reality, con los médicos hablandoles a las cámaras, incluso mientras operan. En cuanto al formato, fue de lo más novedoso y rupturista para este producto. Pero también el contenido salió de lo habitual. Mientras se sucedían una serie de prácticas médicas de avanzada, riesgosas, complicadas, y con resultados óptimos, la doctora Bailey (Chandra Wilson) encara una cirugía standard que, sin embargo, tiene para médica y paciente una carga emocional diferente, ya que debió ser interrumpida meses atrás, ante la irrupción del hombre armado. Lo verdaderamente notable es que fue justamente esta cirugía, aparentemente sin complicaciones, la que "salió mal". Y la paciente nunca despertó de la anestesia.

Los médicos no son dioses, aunque a veces puedan parecerlo. Y el destino es insondable. Un punto de partida para quedarse pensando en varias cuestiones.

Sobre médicos y dioses, nada mejor que Dr. House -por Universal-. En esta oportunidad, su paciente es una adolescente que rechaza el pulmón que le ha sido trasplantado. La única salida para que sobreviva es un nuevo trasplante, y el único donante posible (de médula y medio pulmón) es su hermano menor, un chico que padece una enfermedad cuya expectativa de vida no supera los 25 años. Si se somete a esa operación, esta expectativa se acortará irremediablemente. Entre otras cosas, no podrá soportar un pulmotor cuando la gravedad de su enfermedad lo requiera. Su supervisora, la Dra. Cuddy (Lisa Edelstein) le prohíbe a House enfrentar a los padres de ambos chicos con esa decisión imposible. Pero House (el genial Hugh Laurie) lo hace. La mejor escena, sobre el final, involucra a House, Cuddy y los padres de la paciente. Estos últimos declaran que no condenarán a un hijo para salvar a otro. El médico sostiene que se trata de permitir una vida por décadas, mientras que el otro hijo sólo vivirá unos años. Cuddy se indigna con "las cuentas" de House y su pragmatismo amoral. Se trata de una suerte de "Decisión de Sofía" (la película que protagonizó Meryl Streep) del aquí y ahora, y sin enemigo cruel a la vista.

El final no se cuenta, claro. Pero el que no se pregunte qué haría en una situación semejante, al menos se preguntará si le gustaría cruzarse con un House o preferiría vivir pensando que nada pudo hacerse. ¿House debió callar? ¿Qué hubiera sido más omnipotente? ¿La verdad debe ser dicha siempre?

A veces, reflexionar sobre asuntos tan extremos como la vida y la muerte, hace llegar a conclusiones que sirven también para los pequeños dilemas cotidianos. ¿Cierto?

jueves, 8 de abril de 2010

La revolución del rating

Por Adriana Bruno.- ¿Y si en lugar de la política algún grupo radicalizado se propusiera hacer la revolución cambiando la televisión? Por muy loca que suene la propuesta, es lo que acabo de ver en una película alemana que encontré de casualidad en el cable.

Se llama Free Rainer (Rainer libre) y fue filmada en 2007. El tal Rainer, apuesto, joven y adinerado, es un exitoso programador de la TV que, por distintos motivos, termina harto de su propia oferta mediática "empobrecedora de cerebros".

Así, en plena crisis ética, desaparece de los lugares que solía frecuentar y se propone desnudar y denunciar la manipulación de las mediciones de rating. Primer error del pobre Rainer: la gente efectivamente mira esos programas (por favor, no perderse la visita guiada a la empresa medidora de audiencias). Sus dos compañeros de ruta, sin embargo, no le permiten desanimarse: si el rating determina qué verá, pensará y hará la gente, entonces serán ellos quienes lo manipulen para obligar a los canales a mejorar la oferta.

Una suerte de "Armada Brancaleone" montará un operativo de acciones directas que, a lo largo de la película, los llevará a unas cuantas peripecias antes de lograr el resultado deseado: una "primavera intelectual" florece en Alemania.

De aventuras modernas, más que de verdadero debate, Rainer libre tiene su cuota de originalidad. No voy a contar cómo termina, por si quieren verla. En la grilla aseguran que se repite el sábado a las 11.50 y a las 13.50, por Cityvibe.

domingo, 14 de marzo de 2010

Poner piña hasta en la sopa



Por Adriana Bruno- Escritor, director de una revista, conductor de programas en televisión abierta, en radio y hasta consultor de una prestigiosa señal de cable donde, además, presenta varios especiales, el profesor Felipe Pigna es, sin duda, el divulgador de la Historia más mediático de estos años. Sobre todo teniendo en cuenta que todas las actividades antes mencionadas las desarrolla al mismo tiempo.


Su más reciente trabajo en la televisión es el programa de Canal 7 ¿Qué fue de tu vida? (viernes a las 23.30), donde Pigna se dedica a entrevistar a distintos personajes. Según la promoción del ciclo, el mismo tiene por objeto "conocer los aspectos más destacados de la vida de personalidades del país y del exterior, con reconocida trayectoria en el ámbito cultural y político".


El entrevistado del último viernes fue Mario Pergolini.


Ahora bien, sin que esto signifique cuestionar las capacidades de Pigna en su materia de conocimiento específica (lo que daría para un amplio debate, ¿por qué no?), ni sus virtudes para la entrevista, la pregunta cae de madura: ¿Es necesario un historiador para preguntarle sobre su vida a Pergolini? ¿No sería esa la tarea de un periodista?


Si hace un tiempo el gremio de los actores reclamaba a la televisión por la falta de ficción con el lema "somos actores, queremos actuar", el de los periodistas bien podría hacerlo suyo en tiempos en que el trabajo, precisamente, no sobra, con un "Somos periodistas, queremos preguntar".


Aunque los medios se hayan enamorado de Pigna, y viceversa.

sábado, 13 de marzo de 2010

Alguien que le cuente



Por Adriana Bruno.-De regreso de las vacaciones, nos pusimos a mirar de nuevo la televisión. El sofá, el control remoto y esa ilusión pertinaz que jamás nos abandona... Encontrar un drama que nos conmueva tanto como para enajenar por una hora los problemas propios, un personaje que nos refleje, o que nos agite las pasiones. Pasó el tiempo. Regresaron los magazines, terminó el exitazo 2009, otra tira que empezó como comedia es un policial hecho y derecho. Y finalmente, me pasó.

Hay un personaje en nuestra pantalla que genera en mí una emoción incontrolable: cada vez que la veo tengo ganas de pegarle un par de gritos.

Se llama Paloma, y es una de las protagonistas de Alguien que me quiera. Ingenua hasta lo exasperante, conserva una inocencia pre púber aunque haya pasado largamente los 50. No sabe lo que quiere; cuando se da cuenta, lo niega; cuando ya no puede negarlo, no puede defenderlo. La criatura creada por Susú Pecoraro en la tira costumbrista de El Trece (de lunes a jueves a las 22) se ubica casi en las antípodas de las heroínas maduras que consagró la mejor tradición del género. Veamos por qué.

Al comenzar la ficción, Paloma tiene un local en el mercado comunitario donde se cruzan todos los personajes, tiene un hijo universitario, y un marido al que dan por muerto tras dos años de haber desaparecido, aunque nunca vimos a la supuesta viuda tan empeñada en buscar la verdad como en revisar las fotos viejas y guardar la ropa del ¿difunto? Por su tendencia al baile y a un estilo juvenil, la señora podría parecer la misma "alegría del vivir", pero en los momentos de intimidad se la nota más vale depresiva.

Su único consuelo es un amigo de, se supone, casi toda la vida: el carnicero Armando que interpreta Miguel Angel Rodríguez, a todas luces enamorado de ella. Valga como licencia del género que Paloma sea la única que no se había dado cuenta. Lo difícil de sobrellevar, como espectadora, son sus idas y vueltas, que lo quiere, que no lo quiere, que lo quiere como amigo, que lo cela cuando cree que tiene novia, que se aleja cuando él la busca, que lo busca cuando él se aleja... una histeria adolescente que ya lucía raro, pero que -televidentes pacientes- nos bancamos.

Lo que se muestra ahora, ya parece mucho. Resulta que el marido estaba vivo, tiene desde hace años otra familia, y ella nunca se dio cuenta; era un estafador, y ella no lo sospechaba; debía fortunas en impuestos y ella recién se entera; le van a embargar la casa, y ella sigue sin entender de qué se trata. Y desde su mirada de "no sé qué pasa" apela a los hombres que la rodean para que solucionen el entuerto y le sigan mintiendo en la cara.

Podrá argumentarse la verosimilitud del personaje, puesto que en la vida real no faltan especímenes similares. Pero, en general, son mujeres económicamente acomodadas que siempre generan duda y respuesta: ¿son o se hacen? Se hacen.

Las heroínas clásicas (desde Simplemente María hasta Muñeca brava) padecen siempre un engaño originario, pero después aprenden a defenderse y a pelear la vida, resurgen de cualquier cosa, y se enfrentan a villanos de fuste, o los condicionamientos de su propia moral.

Esta Paloma de Alguien que me quiera se toca, en algún punto, con la Susan Mayer de los inicios de Amas de casa desesperadas. Sólo que aquella, en unos treinta capítulos, creció. Ojalá, ahora, alguien le acomode los pensamientos también a Paloma.

viernes, 22 de enero de 2010

La bengala y los metaleros

Por Adriana Bruno.- ¡Qué recital dio Metallica! Fue en un Rìver a pleno, y con una demoledora seguidilla de temas nuevos y viejos, como seguramente mostrará en breve la televisión. Por eso, porque a esta altura ya estará en todos los medios, y porque sin duda hay quienes lo hacen mucho mejor que quien suscribe, no pretendo desarrollar una crítica musical de este show.

Quiero, más bien, hablar del público y de dos actitudes reconfortantes, que probablemente no se verán en la pantalla de TV.

La primera sucedió a poco de comenzar, cuando un trencito humano de alta velocidad irrumpió entre la abigarrada multitud, dispuesto a alcanzar el escenario y encabezado por un sujeto que portaba una bengala encendida. La atronadora respuesta fue tan masiva, inmediata y contundente ("¡¡hi-jo de puta/ hi-jo de puta!!") que la bengala duró un instante y a nadie se le ocurrió intentarlo de nuevo.

La otra actitud fue permanente. Dispuestos a saltar, a hacer pogo y a empujar hacia adelante para conseguir los primeros puestos, los metaleros tienen sus códigos y los respetan. Porque si bien es cierto que dentro de ese mar de muchachos corpulentos, los flacos y los petisos la tuvimos difícil, que el clima era agobiante y el apretujón, insoportable, también es un hecho que siempre hubo manos y brazos anónimos para sostener de pie a los que se iban descomponiendo por la falta de aire y la deshidratación. Gracias, entonces, a las "hordas" de remeras negras: un público tan apasionado como conciente y solidario. Un público que siempre garantiza su propio show.

lunes, 18 de enero de 2010

Muscari: ¿Quién dijo que la culpa es de la tele?


Por Adriana Schettini.- Cuando se apaga la tele, se enciende la tertulia familiar armoniosa, constructiva, enriquecedora. Eso suponen quienes encontraron en la televisión el chivo expiatorio para todos los males de estos tiempos revueltos. José María Muscari, autor y director de la obra Fuego entre mujeres, los escuchó con atención. Con la misma atención con la que observa lo que muestra la tele diariamente. Inteligente, a Muscari no se le escapa que entre el discurso de la pantalla chica y el de los cruzados que ven en ella al mismísimo Lucifer está la gente, la de carne y hueso, la que tiene padecimientos que son ajenos a la TV y que no se resuelven mirando la televisión pero tampoco apagándola.

"La pongo, pero en mute, a la TV, porque vamos a comer y hay que comunicarse en la cena. Somos una familia, me dijeron en el grupo de autoayuda del Durand. Una famlia disfuncional, somos las tres cabeza de familia, eh. Las tres, cada una con sus pro y sus contras. Las tres mujeres somos familia, somos una famlia... la familia. Familia somos". Control remoto en mano, eso dice Ingrid, el personaje que interpreta Mónica Salvador en Fuego entre mujeres, como si enmudenciendo el televisor fuera a acallar los aullidos de sus propias frustraciones.

Ingrid es la hija de una anciana perversa, pirómana, soberbia, que ha perdido el pellejo, literalmente, en un incendio pero que aún conserva las mañas. Ingrid es la madre de Luisa, una jovencita que lleva al hombro la mochila de una traumática experiencia sexual y busca deshacerse de tamaño peso bamboléandose entre la anorexia y la bulimia. Las tres generaciones de esa familia disfuncional_ que interpretan con maestría Irma Roy, Mónica Salvador y Dalma Maradona_viven juntas; son familia, como diría Ingrid por boca del grupo de autoayuda. Las tres mujeres viven enjauladas tras los barrotes de sus fantasmas. En el intento por liberarse, se chuzan, se desprecian, se humillan mutuamente. Pero también se quieren, se compadecen, buscan a tientas algún antídoto contra la furia que les corroe el alma.

Y allí, en el living modesto y kitsch que comparten, está el televisor, un electrodómestico en el que cada una de ellas busca lo que le falta. Luisa (Dalma Maradona)se mira en el espejismo de los cuerpos televisados y se afana por encarnarlos como si fueran reales. Su abuela (Irma Roy) fija las retinas en la pantalla para ver lo que la TV no emite: los viejos ciclos que marcaron su juventud para seguir sosteniendo la fantasía de su "piel de porcelana" cuando su anatomía es una maraña de injertos de piel. Ingrid, siempre a la pesca de la solución mágica que ordene su familia desquiciada en un abracadabra, decide un día que la solución es tan simple como cenar con el televisor "en mute".

Ojalá tuvieran razón los adalides de la corrección política que, munidos de razonamientos sofisticados, predican lo que Ingrid cree de un modo ingenuo y desesperado: la TV es la fuente de todos los conflictos, angustias y padecimientos que aquejan a los individuos y las familias en el siglo XXI. Si eso fuera verdad, el dolor sería un trámite de resolución sencilla: bastaría con ejercer una leve presión sobre el control remoto para que los infiernos domésticos mutaran en paraísos. Pero pienso que se equivocan. Como muestra Muscari a través de su humor filoso,la vida y sus circunstancias son mucho más complejas y las causas del malestar en la cultura infinitamente más numerosas de lo que creen quienes se tranquilizan echándole la culpa a la TV.

viernes, 15 de enero de 2010

Los papelones del periodismo por dos pesos

Por Adriana Schettini.- No hay nada que excuse a un medio periodístico del deber de chequear la información. Nada que lo libere de la responsabilidad de dar noticias ciertas. Y nada es nada. Ni siquiera la ambición de integrar las prácticas de la web 2.0 a los medios tradicionales. Pero los directivos de Televisión Española (TVE) parecen haber olvidado el ABC de periodismo y el asunto se convirtió en un escándolo. No es para menos: puesto informar sobre el terremoto de Haití, el canal público español puso al aire falsos videos.

Así lo explica el diario El Mundo: "TVE emitió el miércoles en sus informativos y por su página web un vídeo sobre el terremoto de Haití con imágenes que no se correspondían con la catástrofe. Es el momento del terremoto, en este vídeo de aficionado se aprecia cómo una construcción se desploma por completo y el terrible estruendo", se escucha en la pieza. En realidad, son imágenes de una fuerte tormenta que se desató en el festival Heineken de música de Venecia de hace tres años, y que algún desaprensivo colgó en Youtube bajo el titular Haiti terremoto. Lo que el vídeo de TVE dice que se desploma no es otra cosa que una gran torre de luz y sonido instalada frente a uno de los escenarios del festival. El mismo vídeo que se la jugó a TVE lo colgaron otros desalmados el año pasado en el servidor de imágenes de Google para atribuirlo al tsunami de Samoa. Si se teclea en Youtube la página Heineken disaster' se ve la pieza completa del festival, incluido el colapso de la torre de música y las risas de algunos asistentes alojados en tiendas de campaña".

¿Querían más noticias truchas? En Televisión Española, ya las tienen. Según cuenta el citado diario, el mismo día, a la hora de informar sobre el temporal de lluvia y nieve, en la segunda edición del Telediario, la conductora Pepa Bueno "presentó unas imágenes de San Lorenzo de Calatrava, en Ciudad Real". "Es un vídeo doméstico que nos ha llegado hoy pero que se grabó durante las riadas de hace dos semanas. El agua arrastra la tierra, rompe el asfalto y hace desaparecer finalmente, como ven, la carretera", decía. Todo mentira: "En realidad, como ha aclarado JMNoticias, estas imágenes tuvieron lugar en Maine, EEUU, hace ya dos años y fueron grabadas por el fotógrafo Kevin Fowler de News 8", explica El Mundo.

Un portavoz de TVE se excusó con un par de frases hechas: "estamos investigando las causas del error"; "lamentamos profundamente lo sucedido y pedimos disculpas".

Los sindicatos le respondieron, indignados, y acusaron al canal de estar apostando al periodismo x dos pesos."Tienen que rodar cabezas, porque en el caso de la pieza de Haití puede haber habido una torpeza, pero en el de Ciudad Real, ha sido un directivo (el responsable de Informativos de Castilla-La Mancha) el que no ha tomado la precaución de verificar las imágenes", se quejó Teo Altieri, presidente del Comité General Intercentros (CGI) de RTVE. Y agregó: "Igual que a un trabajador se le suspende de empleo y sueldo varios días por un fallo, que también se tomen medidas con alguien que daña el prestigio de cientos de trabajadores. Una televisión pública como TVE no puede estar cogiendo imágenes de Internet así como así".

¿Qué es lo que permite que se cometan dos errores de semejante calibre en el mismo día? Los sindicalistas españoles lo explican sin rodeos: "resulta obvio deducir que lo sucedido es una consecuencia inevitable de la precariedad en el trabajo y de la reducción de plantillas que vive RTVE", declararon.

El problema de la precarización del periodismo no es una exclusividad de España ni de la televisión. Se diría que es una peligrosa tendencia que se está haciendo carne en los medios de comunicación. Tengo para mí, que en el fondo hay un gran malentendido: so color de fomentar la participación de lectores, televidentes y oyentes, lo que en verdad se hace en muchos casos es suponer que los aportes gratuitos y amateurs del público pueden suplir la tarea profesional y rentada de los periodistas. Es una pena que en vez de aprovechar las nuevas tecnologías para mejorar la calidad de la información se suponga que Youtube, Google, las camaritas web de los ciudadanos, las redes sociales y la tecnología celular en manos de no importa quién evitarán la contratación de personas idóneas y dedicadas a la tarea de ejercer el oficio periodístico. A no engañarse: los aportes del público pueden ser valiosos si y sólo si son chequeados y contextualizados por profesionales de la información. Llamemos a las cosas por su nombre: cuatro improvisados con banda ancha no se convierten ipso facto en periodistas sino en monos con navaja. Y si la idea es ahorrarse los sueldos del personal capacitado, que los medios tradicionales dejen de decir que Internet los está matando. Digan, mejor, que optan por suicidarse.

lunes, 11 de enero de 2010

Valientes: la medida del éxito


Por Adriana Bruno.- Santa Teresita. Playas generosas, poco viento, mar amable y una población turística de carácter "popular". Más allá del verdadero nivel de consumo en pesos, nada por allí es "fashion" y si algo no existe es el deseo de aparentarlo. Casi se diría que todo lo contrario. El discutible sentido de la estética es una característica que comparten muchos de los balnearios del Partido de la Costa.

Allí, desde el inicio de la temporada, muchísimos negocios del centro lucen, pegados en sus vidrieras, volantes caseros, en blanco y negro, que dicen exactamente: "Valientes. De lunes a jueves. En Chiche Bombón, 38 y 3".

Hasta ahora, el "gancho" de los restaurantes con televisor (imprescindibles para veraneantes que alquilan departamentos que no lo tienen), fueron los partidos de fútbol: Ríver, Boca, San Lorenzo, Independiente. Clásicos, en fin.

Valientes, entonces, la telenovela cuyas instancias finales los vacacionantes no quieren perderse, ha pasado a la categoría de clásico.

El caso se repite en otros negocios, también en San Clemente, y en Mar de Ajó. Allí donde señoras y señores no se avergüenzan de ver Valientes ni se producen para salir a comprar los churros con dulce de leche.

viernes, 8 de enero de 2010

Las prostitutas y los hipócritas



Por Adriana Bruno.- "La mujer es el negro del mundo", cantaba Lennon hace ya tanto tiempo... suficiente como para no imaginar que ese mundo estaría viviendo hoy un nuevo período de esclavitud: la esclavitud sexual.

Comenzado el nuevo milenio, los medios se han hecho cargo del asunto. Campañas oficiales, libros y ficciones alertan sobre la tragedia que padecen cientos de miles de chicas, en todo el planeta, secuestradas, sometidas, drogadas, vendidas, trasladadas a miles de kilómetros para ser el pedazo de carne del que vaya a saber quién puede disfrutar. El público se sensibiliza. Es difícil no llorar por esas jovencitas (Vidas robadas, el caso Marita Verón y tantos más). Nos indignan. Pedimos justicia.

Pero, ¿qué pasa cuando las que son engañadas, vendidas, amenazadas, sometidas, son adolescentes que ya ejercían la prostitución? A esta pregunta nos acerca el comienzo de Matrioshki 2, o sea, la segunda temporada de la serie belga que, desde anoche, emite The Film Zone.

De realización impecable, buen ritmo y personajes construidos con esmero, se trata de un buen producto televisivo que mezcla el policial, la acción pura y dura y hasta ciertos toques de tragicomedia, como las vicisitudes del traficante inexperto que lleva filipinas donde ahora sólo "se consumen" lituanas.

El punto es que, después de ver la serie, nos quepa alguna clase de reflexión. Aunque sea antipática, sobre todo con nosotros mismos.

Puritana, prejuiciosa e hipócrita más allá de lo que ella misma se considera, nuestra sociedad suele hacer una distinción tajante entre las chicas secuestradas y las prostitutas "por voluntad propia". Y sin cuestionarse qué grado de decisión pueden alcanzar los ejércitos de muchachas que mantienen madres e hijos lejanos con el literal sudor de sus cuerpos.

Otra pregunta antipática: ¿cuál es el concepto que tiene del sexo quien paga para poseer un cuerpo que no lo desea? Una campaña de concientización española interroga, desde inmensos carteles en los costados de los micros: ¿Tan poco vales que necesitas pagar?

Para ir más lejos, una interpelación directa: señor, cuando usted para su auto en una whisquería de cualquier ruta para pasar media hora con una chica enajenada y, cuanto mucho, falsamente sexy, ¿no se le ocurre pensar en qué condiciones llegó esa mujer hasta ese lugar? ¿acaso imaginó cómo será el rufián que la regentea?

El tráfico de personas es el tercer negocio ilegal, después de las drogas y las armas, involucra a más de dos millones de personas, según informes de las Naciones Unidas, y crece en forma muy difícil de controlar por los distintos Estados del planeta. La prostitución se multiplica, vaya paradoja, en los tiempos de mayor libertad sexual que se hayan vivido, al menos en las últimas centurias. Es que la prostitución, para "el cliente", nada tiene que ver con el erotismo, nada con el sexo. Sí con una porción miserable del poder.

lunes, 4 de enero de 2010

Sandro y el adiós a nuestra adolescencia


Por Adriana Bruno.- A veces la adolescencia va terminando de a poco, día tras día, en el camino que nos vuelve responsables, realistas, escépticos. A veces, no termina nunca. Y otras veces, la adolescencia se nos va con fecha y hora, de un modo tan tajante que hasta podemos verla partir, con casi todos sus sueños.

A muchas de nosotras, hoy, a las 20.40, se nos terminó la adolescencia. Porque aquel para el que toda mujer era una hermosa "nena", ya no podrá decirlo más.

Soy de la generación del Así para el primer desengaño, de Penumbras como banda de sonido del primer beso en serio; de las que entramos al secundario creyendo que había que decidirse por Sandro o Leonardo Favio; de las que pensamos que no se podía "ser" de Sandro y del Che Guevara; de las que, poco después, escuchábamos a Sui Generis en público y al Gitano en privado. Soy de las que hicieron su primera salida al cine con amigas, solas, para ir a ver una de Sandro. Después crecimos, claro, y no nos creímos "fans" hasta ese momento infausto en el que sentimos que, con él, se nos va la parte quizá más bella de nuestra propia historia.

La televisión se está encargando, casi en cadena, de repasar su vida, sus éxitos, su gloria, su honestidad, su arte, sus amores, su carisma, su enfermedad, su lucha. Quizá por eso este atrevimiento de recordarlo en la primera persona del plural. Un plural que nos permite llorarlo en lo que Sandro quiso ser -y fue- para nosotras.

domingo, 3 de enero de 2010

Susan Boyle: poder... se puede

Por Adriana Schettini.- Quiero aprender la lección de Susan Boyle. Eso pensé mientras la veía en este video, despidiendo 2009 como estrella invitada del programa con mayor audiencia de la televisión japonesa. Más aún, si en 2010 mi único logro fuera asimilar la enseñanza de Boyle, el año que acabamos de estrenar quedará en mi recuerdo como ganancia pura. No, no se me ha dado por fantasear con la quimera de dedicarme al canto. Tampoco tengo berretines de salir disparada desde mi casa al podio de las celebridades planetarias. Mi deseo es emular la actitud de Susan Boyle frente a la vida.

El 11 de abril de 2009, Susan Boyle desembarcó en Britain´s Got Talent (el formato original de Talento argentino) con una carta de presentación que casi nadie le envidiaba en este mundo devoto del éxito, el consumo y la belleza física. El jurado del ciclo y el público reaccionaron como si la participante fuera un error de producción. La presencia de esa escocesa de 48 años con cierto aire infantil, desaliñada, regordeta y canosa les parecía un despropósito televisivo. Ella les contó que vivía sola, que tenía un gato, que hacía trabajo voluntario en la parroquia, que era virgen y que nunca había sido besada por un hombre. Si a eso se suma que padece un leve retraso mental, fruto de la falta de oxígeno que sufrió al nacer, se entiende que los prejuicios televisivos conjeturaran que esa doña bien podía ahorrarse el trámite de cantar, porque lo único cantado era que no pasaría de la primera ronda del certamen.

Lejos de amilanarse o enfurecerse, Boyle se concentró en la tarea que la había llevado hasta allí: cantar. Apenas entonó I dreamed a dream (Soñé un sueño, de la comedia musical Los Miserables), las suspicacias se desvanecieron. La privilegiada voz de Susan los cautivó. La ovacionaron. La historia de la Cenicienta siguió en Youtube: nueve días más tarde, el video de su actuación cosechaba un millón de visitas. Había nacido una estrella, y la web se encargó de contárselo al mundo entero en la brevedad de un click. Susan no salió ganadora en Got Talent; quedó segunda. Fue lo de menos, aunque la derrota y las presiones de la fama repentina le costaran unos días de internación en una clínica psiquiátrica para recuperarse del estrés. Susan salió fortalecida y dispuesta a concentrarse de nuevo en su objetivo: desarrollar una carrera como cantante.

El resto es asunto conocido: su primer disco encabezando los rankings de venta; la flor y nata del showbusiness rendida ante el sortilegio de su voz, el presidente estadounidense Barack Obama quedándose con las ganas de que la escosesa cantara en la cena de los corresponsales extranjeros (ella declinó el convite porque la situación, dijo, la pondría nerviosa); ofrecimientos para compartir escenario con las figuras más grandes de la música; ahora, la TV japonesa enamorada de ella; su talento valorado urbi et orbi.

Es cierto, Dios dotó a Susan de una voz privilegiada. Pero las circunstancias la condenaron durante 48 años a exhibir su tesoro únicamente ante la reducida audiencia de los devotos de su parroquia. Susan podría haber pensado que al borde de los 50, su suerte estaba echada. Que ya era tarde para cambiar de rumbo. Que su destino había sido escrito por el enemigo, y que debía resignarse. Todo eso podría haber pensado Susan Boyle. Y de haber razonado así, al 2010 lo habría recibido encerrada entre las cuatro paredes de su casa, rumiando frustración junto a su gato.

En cambio, la buena de Susan tomó su propia biografía por las astas. Decidió que para la concreción de los deseos, nunca es tarde. Y así, sin lamentar la belleza que le faltaba ni los kilos que le sobraban, ni el tiempo transcurrido, salió a buscar lo que quería depositando su confianza en lo que tenía: una voz excepcional.

La lección de Susan Boyle está servida: siempre estamos a tiempo de dar un volantazo en nuestras biografías. Claro, hay que decidirse, salir al ruedo, concentrarse en la fuerza del deseo y superar los obstáculos que indefectiblemente aparecerán en el camino. Como dirían Facundo Arana y Nicolás Scarpino, poder... se puede. Susan Boyle es la prueba.

viernes, 1 de enero de 2010

TENEMOS UN MENSAJE PARA VOS...

Amigos, bienvenidos al blog en el primer día de 2010!!!! Tenemos un mensaje para cada uno de ustedes. ¿Dónde está? En este video, a un sólo click de distancia...
Ojalá que les guste...