jueves, 11 de noviembre de 2010

Médicos y dilemas morales

Por Adriana Bruno- Imperdibles capítulos de Dr. House y Grey's Anatomy esta semana (los repiten el fin de semana, estén atentos).

En Grey's... -por Sony- el tema de esta temporada son las secuelas que les quedaron a los protagonistas, cirujanos y residentes del hospital, después de que un hombre entró a los tiros y disparó sobre varios de los médicos. Algunos murieron y otros estuvieron gravísimos, como el brillante neurocirujano (y galán) Dr. Shepperd (Patrick Dempsey). Sumado a esto, la crisis económica. El hospital necesita dinero y para conseguirlo es imperioso que tenga una gran afluencia de pacientes. En el capítulo pasado, el director accede a que se filme un documental sobre el trabajo de los médicos y sus reflexiones después del trauma que significó aquel tiroteo.

Esto dio pie a un cambio de registro, donde la serie devino una suerte de reality, con los médicos hablandoles a las cámaras, incluso mientras operan. En cuanto al formato, fue de lo más novedoso y rupturista para este producto. Pero también el contenido salió de lo habitual. Mientras se sucedían una serie de prácticas médicas de avanzada, riesgosas, complicadas, y con resultados óptimos, la doctora Bailey (Chandra Wilson) encara una cirugía standard que, sin embargo, tiene para médica y paciente una carga emocional diferente, ya que debió ser interrumpida meses atrás, ante la irrupción del hombre armado. Lo verdaderamente notable es que fue justamente esta cirugía, aparentemente sin complicaciones, la que "salió mal". Y la paciente nunca despertó de la anestesia.

Los médicos no son dioses, aunque a veces puedan parecerlo. Y el destino es insondable. Un punto de partida para quedarse pensando en varias cuestiones.

Sobre médicos y dioses, nada mejor que Dr. House -por Universal-. En esta oportunidad, su paciente es una adolescente que rechaza el pulmón que le ha sido trasplantado. La única salida para que sobreviva es un nuevo trasplante, y el único donante posible (de médula y medio pulmón) es su hermano menor, un chico que padece una enfermedad cuya expectativa de vida no supera los 25 años. Si se somete a esa operación, esta expectativa se acortará irremediablemente. Entre otras cosas, no podrá soportar un pulmotor cuando la gravedad de su enfermedad lo requiera. Su supervisora, la Dra. Cuddy (Lisa Edelstein) le prohíbe a House enfrentar a los padres de ambos chicos con esa decisión imposible. Pero House (el genial Hugh Laurie) lo hace. La mejor escena, sobre el final, involucra a House, Cuddy y los padres de la paciente. Estos últimos declaran que no condenarán a un hijo para salvar a otro. El médico sostiene que se trata de permitir una vida por décadas, mientras que el otro hijo sólo vivirá unos años. Cuddy se indigna con "las cuentas" de House y su pragmatismo amoral. Se trata de una suerte de "Decisión de Sofía" (la película que protagonizó Meryl Streep) del aquí y ahora, y sin enemigo cruel a la vista.

El final no se cuenta, claro. Pero el que no se pregunte qué haría en una situación semejante, al menos se preguntará si le gustaría cruzarse con un House o preferiría vivir pensando que nada pudo hacerse. ¿House debió callar? ¿Qué hubiera sido más omnipotente? ¿La verdad debe ser dicha siempre?

A veces, reflexionar sobre asuntos tan extremos como la vida y la muerte, hace llegar a conclusiones que sirven también para los pequeños dilemas cotidianos. ¿Cierto?