domingo, 10 de junio de 2012

Quisiera ver "Hija de Dios" para siempre

Por Adriana Schettini
Desnudarse en un escenario ante una platea llena. Rutina pura, para un stripper profesional; su modo de ganarse el pan, su rutina. La mayoría de nosotros, en cambio, moriríamos en el intento. ¿Y si se tratara de desnudar el alma en idénticas condiciones? Ahí, creo que hasta los strippers se unirían a nuestras filas. Desarropar los sentimientos no es ponerse en bolas; es ponerse en carne viva. Y eso es lo que hace Dalma Maradona en “Hija de Dios”: desnuda su alma cada viernes y sábado, a las 20.30, en el teatro Sha.

El que avisa no es traidor. Y Dalma decidió avisar mediante la ironía del título -“Hija de Dios”- el exacto lugar donde se instala para hablar de su relación con Diego: el asombro y el enojo que le produce ese capricho colectivo de endiosar a un hombre, aunque ese hombre sea el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, y su papá.
Y ya que estamos en tren de evitar traiciones, después de haberme hamacado entre la risa plena y las lágrimas durante toda la función, yo también quiero avisar. Si vos estás entre la gente a la que no se le empaña la razón ni se le pierde el sentido común cuando se trata de ver a Diego Armando Maradona fuera de la cancha, exhibiendo su desmesura, ignorando cualquier matiz entre el blanco y el negro, diciendo y desdiciéndose, incapaz de transitar la vida por el carril del justo medio, digo, si vos sos de esa gente, creo que cuando veas “Hija de Dios” vas a sentir que Dalma es tu mejor vocera. Al escucharla hablar de su padre, vas a sospechar que te está leyendo el pensamiento, que le robó a tu boca cada una de las palabras que pronuncia en escena.

Si en cambio, vos sos de los míos, se te va a complicar un poco. Sin duda, vas a amar a esa Dalma que desviste su alma en palabras y también en imágenes, porque, fruto del excelente trabajo de diseño visual hecho por Benjamín Amadeo, vemos en una pantalla los videos caseros de la familia Maradona. Pero, si sos de los míos –nulos de nulidad absoluta para pasar los dichos o los hechos de El Diego por cualquier tamiz que no sea el del corazón-, te repito: se te va a complicar. Cuando rías a más no poder con la mirada de Dalma sobre las mil y una anécdotas de la vida privada y pública de su padre, movido por tu desmesurado amor maradoniano, te vas a morder los labios para no levantarte de la butaca y decir: “Ok, vos sos la hija, y eso te da derecho a verlo como padre, con sus virtudes y defectos. Pero para mí, es El Diego, ¿entendés? Y el Diego es un sentimiento: no me pidas que lo pase por la razón, Dalmita. No es que no quiera, Dal. Es que no puedo. Sólo puedo mirar la desmesura de tu viejo a través del cristal de mi desmesurada admiración por El Diego”.

Pero, por suerte para el normal desarrollo de la función, no necesitarás pararte e interrumpir la obra con tu declaración de amor incondicional al Diego, porque la dramaturgia de Erika Halvorsen, que también es directora de “Hija de Dios”, se apiadó de vos y de mí cuando incluyó al personaje del fan, que interpreta, estupendamente, Mariano Bicain. Él es nuestro vocero. Los entendidos dirán que representa al coro griego. Yo prefiero decir que es la voz de la popu en el escenario del Sha. Él va diciéndole a Dalma todos y cada uno de los comentarios que a nosotros nos trepan desde las vísceras a la garganta. Te digo más: yo sospeché que Erika nos leyó el corazón y puso al fan a hablar con las palabras que no robó a nosotros. Pero entre maradonianos nos entendemos: si es para gritarle al mundo que “Amamos tanto Diego” (como escribió la prestigiosa psicoanalista Silvia Bleichmar), robanos hasta el alma, Erika.

Hay maneras y maneras de desnudar el cuerpo. Y también, el alma. Con la desnudez física se puede hacer pornografía o arte. Ambos son válidos, pero distintos. Una estampida de palabras lanzadas al aire, sin el techo del pudor ni la ley de las formas, en aluvión catártico, es un modo de desnudar el alma; ideal para el consultorio del analista; desprovisto de todo interés para el escenario de un teatro. Pero Dalma es actriz y quiso hacer de “Hija de Dios” un hecho artístico. Lo logró. Sus sentimientos se despliegan en el formato ágil, divertido y emocionante que estructuró Erika Halvorsen; con el entrañable despliegue de fotos y videos que seleccionó y editó Benjamín Amadeo. Sensatez y sentimiento, en las dosis exactas: eso es "Hija de Dios".