viernes, 8 de enero de 2010

Las prostitutas y los hipócritas



Por Adriana Bruno.- "La mujer es el negro del mundo", cantaba Lennon hace ya tanto tiempo... suficiente como para no imaginar que ese mundo estaría viviendo hoy un nuevo período de esclavitud: la esclavitud sexual.

Comenzado el nuevo milenio, los medios se han hecho cargo del asunto. Campañas oficiales, libros y ficciones alertan sobre la tragedia que padecen cientos de miles de chicas, en todo el planeta, secuestradas, sometidas, drogadas, vendidas, trasladadas a miles de kilómetros para ser el pedazo de carne del que vaya a saber quién puede disfrutar. El público se sensibiliza. Es difícil no llorar por esas jovencitas (Vidas robadas, el caso Marita Verón y tantos más). Nos indignan. Pedimos justicia.

Pero, ¿qué pasa cuando las que son engañadas, vendidas, amenazadas, sometidas, son adolescentes que ya ejercían la prostitución? A esta pregunta nos acerca el comienzo de Matrioshki 2, o sea, la segunda temporada de la serie belga que, desde anoche, emite The Film Zone.

De realización impecable, buen ritmo y personajes construidos con esmero, se trata de un buen producto televisivo que mezcla el policial, la acción pura y dura y hasta ciertos toques de tragicomedia, como las vicisitudes del traficante inexperto que lleva filipinas donde ahora sólo "se consumen" lituanas.

El punto es que, después de ver la serie, nos quepa alguna clase de reflexión. Aunque sea antipática, sobre todo con nosotros mismos.

Puritana, prejuiciosa e hipócrita más allá de lo que ella misma se considera, nuestra sociedad suele hacer una distinción tajante entre las chicas secuestradas y las prostitutas "por voluntad propia". Y sin cuestionarse qué grado de decisión pueden alcanzar los ejércitos de muchachas que mantienen madres e hijos lejanos con el literal sudor de sus cuerpos.

Otra pregunta antipática: ¿cuál es el concepto que tiene del sexo quien paga para poseer un cuerpo que no lo desea? Una campaña de concientización española interroga, desde inmensos carteles en los costados de los micros: ¿Tan poco vales que necesitas pagar?

Para ir más lejos, una interpelación directa: señor, cuando usted para su auto en una whisquería de cualquier ruta para pasar media hora con una chica enajenada y, cuanto mucho, falsamente sexy, ¿no se le ocurre pensar en qué condiciones llegó esa mujer hasta ese lugar? ¿acaso imaginó cómo será el rufián que la regentea?

El tráfico de personas es el tercer negocio ilegal, después de las drogas y las armas, involucra a más de dos millones de personas, según informes de las Naciones Unidas, y crece en forma muy difícil de controlar por los distintos Estados del planeta. La prostitución se multiplica, vaya paradoja, en los tiempos de mayor libertad sexual que se hayan vivido, al menos en las últimas centurias. Es que la prostitución, para "el cliente", nada tiene que ver con el erotismo, nada con el sexo. Sí con una porción miserable del poder.

No hay comentarios: